Se llama evolución biológica, o simplemente evolución, al proceso de cambios hereditarios en el genotipo y los fenotipos de los seres vivos, que se da a lo largo de varias generaciones y que puede originar nuevas especies, conforme los organismos se adaptan a las condiciones medioambientales en que se desenvuelven.
La evolución consiste en la continua adaptación de los seres vivos a su entorno, que compiten entre sí por subsistir y por reproducirse más que los otros, de modo que los que tienen mayor éxito transmiten a sus descendientes estas adaptaciones. Algunos ejemplos que ilustran la evolución de las especies son: la mariposa de los abedules, el pingüino y el oso polar.
La evolución es un proceso de cambio a largo plazo, que poco a poco transforma unas especies en otras, a medida que ciertas presiones selectivas actúan sobre la vida para condenar a algunas especies a la extinción y asegurar la supervivencia de otras. Este proceso se llama selección natural. Por lo tanto, todos los seres vivos que existen en el planeta Tierra provienen de un mismo antepasado común, que existió hace alrededor de 4.200 millones de años y que habría evolucionado en una multitud de direcciones distintas, para dar origen a los diferentes reinos de los seres vivos que se conocen.
Si bien ya en la Antigüedad se sospechaba que la semejanza física entre los organismos apuntaba a unos orígenes en común y a cambios en el tiempo, la teoría de la evolución surgió en el siglo XIX gracias a los incipientes avances en materia de paleontología y genética. Estos avances permitieron comprobar las sospechas de muchos científicos que, desde el siglo XVIII, proponían que las especies de seres vivos habían ido cambiando con el paso del tiempo. Además, le sirvieron al naturalista británico Charles Darwin (1809-1882) para proponer su famosa teoría de la evolución por selección natural en su libro El origen de las especies, publicado en 1859.
En su momento, la formulación de las primeras teorías científicas sobre la evolución resultó polémica y generó un intenso debate científico, además de provocar el rechazo de muchos sectores religiosos que defendían la idea bíblica de la Creación. Hoy, en cambio, estas teorías han sido actualizadas y tienen un fuerte sustento académico, principalmente a través de la llamada “síntesis evolutiva moderna”.
- Ver además: Coevolución
Ejemplos de evolución
Existe numerosa evidencia de la evolución biológica, tanto en seres vivos actuales como extintos. Algunos ejemplos son:
- La mariposa de los abedules (Biston betularia). Esta especie de mariposa nocturna, frecuente en el hemisferio norte, adquiere su nombre por el hecho de que su coloración tradicional, blanca con manchas marrones, era idónea para camuflarse en los troncos claros de los abedules. Así fue hasta que en Inglaterra comenzó la Revolución Industrial, y el hollín de las fábricas comenzó a oscurecer los troncos de los árboles. A partir de entonces, las mariposas blancas resaltaban y eran blanco fácil de sus depredadores, lo que significó que sus poblaciones comenzaron a escasear. A la par, una variante minoritaria de la misma especie, cuya coloración es oscura, comenzó a despuntar hasta hacerse la más común, ya que su color le permitía camuflarse mejor en los árboles oscurecidos de la época. Este es un caso emblemático de adaptación y selección natural en el proceso de evolución.
- El pingüino moderno (Spheniscidae). Los pingüinos son las únicas aves marinas no voladoras que existen en la actualidad. Sus cuerpos se encuentran adaptados al nado en aguas frías y no a la ligereza del vuelo, como las demás aves marinas. Por eso, en vez de plumas grandes y huesos livianos, poseen cuerpos hidrodinámicos (en forma de torpedo) con alas cortas y rígidas, ideales para nadar; y plumas pequeñas y compactas, para mantenerse secos y calientes. Sin embargo, en la disposición de sus huesos, se evidencia su semejanza con el resto de las aves, inclusive rasgos evolutivos originalmente vinculados con la capacidad de volar, como la quilla del esternón, que une los músculos y los huesos de las alas. Aun así, sus huesos son más densos y de mayor tamaño que en las otras aves. Todo esto resulta de su adaptación a la vida marina en las frías regiones australes, lo que demuestra su historia evolutiva.
- El celacanto (Coelacanthiformes). Los celacantos son uno de los más famosos fósiles vivientes (especies que se conocen por el registro fósil y de las que existen ejemplares vivos aislados). Desde un punto de vista biológico, son los peces más cercanos a los vertebrados terrestres. Viven a grandes profundidades del mar. Inicialmente, solo se conocían por restos fósiles, por lo que se creía que estaban extintos, hasta que en 1938 se capturó un ejemplar vivo. Estos peces aparecieron hace unos 400 millones de años, en el período Devónico, aunque la mayoría de sus fósiles datan del período Carbonífero (hace 350 millones de años). En sus restos, se pueden apreciar las aletas con estructura ósea, posiblemente precursoras de las patas de los primeros animales terrestres. Con estas aletas, el celacanto podría seguir la misma secuencia de movimiento que la marcha de un cuadrúpedo, aunque no se arrastrara por tierra.
- El oso polar (Ursus maritimus). El oso polar es una de las especies de oso más conocidas del mundo y es el mamífero carnívoro terrestre más grande que existe. Se caracteriza por su pelaje blanco intenso que lo distingue de las otras especies, sobre todo del oso pardo (Ursus arctos), su pariente más cercano. Hoy se estima que el oso polar se separó de sus primos pardos hace apenas unos 150.000 años, y que su pelaje se adaptó al paisaje helado del ártico, donde el color negro o marrón habría alertado de inmediato a sus presas de su presencia. La cercanía entre estas dos especies de osos es tal que pueden cruzarse y tener descendencia fértil (los grolares), lo que lleva a suponer que los osos polares surgieron de una población de osos pardos que quedaron varadas en el Ártico y poco a poco se fueron adaptando a su entorno.
- El virus de la gripe (Orthomyxoviridae). La gripe o influenza es una enfermedad epidémica causada por un virus, que se transmite entre los seres humanos todos los años, a pesar de que el organismo genera naturalmente las defensas necesarias para eliminarlo. Esto se debe a que estos virus de ácido ribonucleico (ARN) pueden adaptarse a la llamada “inmunidad de rebaño” mediante una alteración de porciones significativas de su estructura, a través de mutaciones. El virus se adapta para sobrevivir, de modo que esquiva las defensas del organismo humano que, a partir de entonces, crea una nueva inmunidad y fuerza al virus a volver a mutar, y así sucesivamente. Si el virus dejase de adaptarse, no hallaría huéspedes susceptibles y se extinguiría. De manera similar, si en sus mutaciones el virus se convirtiese en una variante letal y peligrosa, podría provocar la muerte de sus huéspedes antes de poder esparcirse de manera eficaz y masiva. Por esta razón, las cepas exitosas de la gripe son siempre las más transmisibles, es decir, las menos mortales, aun cuando las epidemias de gripe pueden generar importantes índices de mortalidad.
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Referencias
- Ayala, F. J. (2025). Evolution. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com
- Curtis, H., Barnes, N., Massarini, A. y Schnerck, A. (2008). Biología. Editorial Médica Panamericana.
- National Human Genome Research Institute. (2025). Evolución. Glosario parlante de términos genómicos y genéticos. https://www.genome.gov
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