La independencia de México fue el proceso histórico que puso fin mediante las armas al dominio español sobre el territorio que en ese entonces era llamado Nueva España. Formó parte de las guerras de independencia que dieron origen a varias repúblicas independientes en Hispanoamérica.
El proceso que condujo a la independencia de México se inició con la invasión francesa de España en 1808, cuando Napoleón Bonaparte depuso al rey Fernando VII y colocó en su lugar a su hermano, José Bonaparte. Esto debilitó la presencia de la Corona española en las colonias y fue aprovechado por las élites ilustradas americanas para proclamar su desobediencia al rey impuesto. Así se dieron los primeros pasos hacia la independencia en gran parte de la América española.
En el caso mexicano, el primer gesto abiertamente independentista fue el llamado Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810, que ocurrió en la parroquia de Dolores, en el actual estado de Guanajuato. Allí, el sacerdote Miguel Hidalgo y Costilla, acompañado por los militares Ignacio Allende y Juan Aldama, tañó las campanas de la iglesia y se dirigió a la feligresía para llamar al desconocimiento de la autoridad virreinal de Nueva España.
Esta primera etapa del proceso de independencia se caracterizó por la falta de organización. Algunos sectores exigían el retorno de Fernando VII, otros buscaban la independencia y algunos más sumaban a estos reclamos demandas sociales, como la abolición de la esclavitud o una redistribución de tierras.
En 1811, los rebeldes se reorganizaron con un claro objetivo independentista, liderados por figuras como José María Morelos. Este convocó a las provincias independentistas al Congreso de Anáhuac en 1813, que se constituyó como un cuerpo legislativo independiente y dotó al movimiento independentista de su propio marco legal. Luego de algunas victorias, las tropas insurgentes fueron derrotadas y reducidas a grupos dispersos que hacían una guerra de guerrillas.
En 1820, la formación de un gobierno liberal en España restableció la Constitución de Cádiz y determinó que debía aplicarse en la península y en América. Las élites aristocráticas y eclesiásticas de Nueva España, que consideraban que la nueva constitución perjudicaba sus intereses, apoyaron entonces la causa independentista.
Así, dirigidos por el insurgente Vicente Guerrero y el antiguo realista Agustín de Iturbide, los rebeldes y algunos antiguos combatientes realistas se unificaron en el Ejército Trigarante, con el objetivo de hacer cumplir el Plan de Iguala de 1821. Este documento, proclamado por Iturbide, establecía la independencia de México, que se consumó con la entrada del Ejército Trigarante a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821.
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Causas de la independencia de México
- Deposición de Fernando VII. La invasión de España por las tropas napoleónicas en 1808 condujo al aprisionamiento del rey Fernando VII y a la imposición en el trono del hermano de Napoleón, José Bonaparte. Esta situación generó un vacío de poder en las colonias americanas, pues muchos desconocieron la autoridad del nuevo rey y formaron juntas de gobierno propias. Además, algunos sectores de las élites, descontentos desde hacía tiempo con las restricciones comerciales impuestas por la metrópoli, vieron la oportunidad de mostrarse abiertamente opuestos a la Corona española.
- Opresión del sistema de castas. La frecuente confrontación entre españoles, criollos y mestizos en Nueva España, así como la miseria a la que eran sometidos los indígenas y los campesinos por el sistema de castas, favorecieron el descontento social. Los mestizos no compartían los privilegios de los “blancos” (criollos y españoles) y apoyaron las aspiraciones de cambio social.
- Reformas borbónicas. El reino de España, que poseía extensos territorios coloniales en América y otras partes del mundo, administraba pobremente sus recursos y perdía gran parte de las riquezas del Nuevo Mundo. Con el objetivo de mejorar la administración de los recursos de las colonias, la Corona impulsó en el siglo XVIII una serie de reformas, que promovieron un aumento de los impuestos y otorgaron un mayor control de la economía de Nueva España a los peninsulares. Esto alentó el descontento de los criollos que fueron excluidos de los cargos administrativos.
- Patriotismo criollo e ideas ilustradas francesas. Educadas en París o influidas por las ideas llegadas de Europa, las élites criollas fueron receptivas a los principios de la Ilustración y a las consignas de la Revolución francesa, que defendían la razón y la igualdad, y cuestionaban el derecho divino de la monarquía. A esto se sumó la pugna ideológica entre los criollos mexicanos, que exaltaban su pertenencia al virreinato por sobre la fidelidad a la metrópoli, y la regencia peninsular, que imponía limitaciones al libre comercio que perjudicaban a algunos americanos. El patriotismo criollo jugó un rol importante en la propagación de las ideas independentistas.
- Independencia estadounidense. La declaración de independencia de trece colonias del actual territorio de Estados Unidos respecto al Imperio británico en 1776, que se formalizó tras la victoria en la guerra de Independencia en 1783, fue un modelo a seguir para los criollos de Nueva España. Estos vieron en el conflicto vecino un ejemplo cercano de que se podía vencer a una potencia colonial europea, en su caso a España.
Consecuencias de la independencia de México
- Primer gobierno independiente de México. Luego de once años de guerra por la independencia, se logró la autonomía total de Nueva España respecto a la metrópoli peninsular, que no la reconoció oficialmente hasta 1836. Tras la declaración de la independencia, se formó el Primer Imperio Mexicano, una monarquía católica constitucional que duró apenas dos años y que reclamó como territorio propio el que había pertenecido al ahora extinto Virreinato de Nueva España. Agustín de Iturbide fue proclamado emperador, aunque debió abdicar a los pocos meses en medio de tensiones internas. Entonces, México se separó de América Central y, en 1824, con una nueva Constitución, se proclamó como una república.
- Abolición de la esclavitud. La insurgencia independentista se manifestó en contra de la esclavitud que se practicaba en Nueva España. En 1810, Miguel Hidalgo expidió el Decreto contra la esclavitud, las gabelas y el papel sellado, con el propósito de poner fin al régimen social esclavista y a los tributos impuestos a mestizos e indígenas. En 1813, José María Morelos proclamó en su discurso Sentimientos de la Nación la proscripción de la esclavitud. Sin embargo, esta práctica siguió existiendo hasta que se declaró la independencia y, en 1829, el presidente Vicente Guerrero decretó oficialmente su abolición.
- Fin del sistema de castas. El proceso independentista condujo al desmantelamiento del régimen estamental de la colonia, conocido como sistema de castas, que distinguía a las personas por su nacimiento, color de piel y origen étnico. Este cambio instauró la igualdad ante la ley y favoreció las luchas reivindicativas, especialmente entre los sectores más desfavorecidos, que reclamaban una sociedad más justa basada en la igualdad de oportunidades.
- Guerra entre México y Estados Unidos. La inestabilidad política y las dificultades económicas de los primeros años de gobierno independiente en México hicieron casi imposible hacer frente a las ansias expansionistas estadounidenses. En 1845, Estados Unidos se anexó Texas, que se había declarado independiente de México en 1836, y quiso comprar otros territorios que el gobierno mexicano se negó a vender. Finalmente, en 1846, estalló una guerra entre ambos países, conocida como “la intervención estadounidense en México”. Tras dos años de enfrentamientos, México se vio obligado a ceder a Estados Unidos gran parte de su territorio, correspondiente a los actuales estados de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y partes de Colorado, Wyoming, Oklahoma y Kansas.
- Frustración de las esperanzas de repartición de la riqueza. Como en muchas de las nacientes repúblicas americanas, la promesa del reparto económico equitativo y de la igualdad de oportunidades se vio frustrada por el enriquecimiento de las élites locales, que dejaron de rendir cuentas a España pero mantuvieron su posición de poder como dirigentes de la nueva sociedad poscolonial o como grandes propietarios de tierras. Esto llevó a tensiones internas que derivaron en conflictos políticos, sociales y militares en los años siguientes.
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