José de la Cruz Porfirio Díaz Mori (1830-1915), más conocido como Porfirio Díaz, fue un militar y político mexicano, protagonista de numerosos conflictos en el siglo XIX y presidente de la nación mexicana durante más de treinta años, un período conocido como el Porfiriato (1876-1911).
Se trata de una figura polémica en la historia política mexicana, a la que se atribuyen importantes victorias militares y la modernización del país. Sin embargo, también se la acusa de haber instaurado una dictadura que fue la principal causa de la Revolución mexicana (1910-1920).
Díaz fue un firme defensor del pensamiento positivista, que entendía el progreso como un fenómeno inseparable de la industrialización, la modernización y el avance tecnológico. En este sentido, la expansión de la red ferroviaria mexicana fue el símbolo principal del Porfiriato.
Como militar, Díaz fue muchas veces condecorado, tanto a nivel nacional como internacional, e incluso ostentó desde 1888 el título honorífico de Gran Oficial de la Academia Francesa. En el contexto de la Revolución mexicana, se vio forzado a renunciar a la presidencia en 1911 y vivió en el exilio hasta que murió en 1915.
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Nacimiento y juventud de Porfirio Díaz
José de la Cruz Porfirio Díaz Mori nació el 15 de septiembre de 1830 en la ciudad mexicana de Oaxaca. Fue el sexto hijo de los siete que tuvieron José Faustino Díaz y María Petrona Mori, a quienes el propio Díaz describe en sus memorias como “de raza criolla” y con “media sangre india de raza mixteca”, respectivamente.
En 1835, el joven Porfirio ingresó a la Escuela Amiga de la parroquia de Oaxaca y después al Seminario Tridentino. Allí estudió hasta 1846, cuando se produjo la Intervención Estadounidense en México, y muchos de los alumnos del seminario se enrolaron en el ejército para combatir al enemigo, entre ellos Porfirio Díaz. Sin embargo, no llegaron a conocer el frente de batalla.
Posteriormente, Díaz abandonó el seminario y se inscribió en el Instituto de Ciencias y Artes de Oaxaca, donde cursó estudios de derecho y en 1850 ingresó como maestro al propio instituto. Allí fue alumno del liberal Benito Juárez (1806-1872), con quien más adelante compartiría destinos políticos. También se desempeñó como bibliotecario en el mismo instituto.
Aunque no formó parte del inicio de la Revolución de Ayutla de 1854, que se sublevó contra el entonces presidente Antonio López de Santa Anna (1794-1876), muchos de sus compañeros estuvieron involucrados y el propio Díaz finalmente apoyó a los insurgentes, por lo que acabó detenido.
Tras la renuncia de Santa Anna en 1855, Díaz fue nombrado jefe político del distrito de Ixtlán, lo que constituyó su debut en la política mexicana. Allí formó la primera guardia militar del distrito, con la que tomó parte en 1857 de un enfrentamiento contra las fuerzas conservadoras en Oaxaca, donde fue herido de bala y luego operado. En recompensa por su compromiso con los liberales, fue nombrado comandante militar del istmo de Tehuantepec.
Carrera política y militar de Porfirio Díaz
La carrera militar de Díaz comenzó a despegar durante la Guerra de Reforma (1858-1861) que enfrentó a liberales y conservadores por el dominio de la política del país. El bando liberal defendía la presidencia interina de Benito Juárez, tras la renuncia de Ignacio Comonfort (1812-1863), mientras que el bando conservador reconocía como presidente a Félix María Zuloaga (1813-1898).
Díaz luchó junto a los liberales y alcanzó los rangos de mayor, coronel y teniente general. Tras el triunfo liberal en 1861, fue elegido diputado federal por Oaxaca en el Congreso de la Unión, cargo del que se ausentó para retomar el combate cuando las fuerzas conservadoras ejecutaron a los liberales Melchor Ocampo, Leandro Valle y José Santos Degollado. Poco después, se produjo la Segunda Intervención Francesa en México (1862-1867).
La suspensión, por parte del presidente Benito Juárez, de los pagos de la deuda adquirida con Europa durante la Guerra de Reforma fue el detonante de la invasión extranjera. Así, tropas francesas, inglesas y españolas ocuparon el puerto de Veracruz.
Aunque los ingleses y los españoles aceptaron una negociación, los franceses optaron por tomar el control de México, pues Napoleón III (1808-1873), emperador francés, deseaba que se conformara un imperio mexicano tutelado por Francia. Aliados con los conservadores mexicanos, los franceses derrotaron al gobierno liberal y proclamaron en 1864 el Segundo Imperio Mexicano, a la cabeza del cual colocaron al austríaco Maximiliano de Habsburgo (1832-1867).
Durante los enfrentamientos contra Francia y los conservadores mexicanos, Díaz fue capturado en Puebla en 1863 y conducido a Veracruz, desde donde debía ser enviado al exilio en Martinica. Pero logró escapar y dirigirse a la Ciudad de México, donde se contactó con Benito Juárez y recibió 30.000 hombres para combatir en el estado de Oaxaca, del que fue designado gobernador interino. Además, fue nombrado general de división.
A pesar de su superioridad militar, los franceses jamás pudieron controlar totalmente el estado de Oaxaca. Sin embargo, en 1865, la ciudad de Oaxaca fue sitiada por las fuerzas imperiales y Díaz se vio obligado a rendirse. Fue sentenciado a cadena perpetua en Puebla, pero logró escapar y organizar una nueva fuerza militar, con la que volvió al sur y reorganizó el Ejército de Oriente.
Con este nuevo ejército, Díaz recuperó la ciudad de Oaxaca y, además, aprovechó el cambio de corriente que se produjo luego de febrero de 1867, cuando las tropas francesas emprendieron el retorno a Europa ante la inminente guerra con Prusia. Además, el fin de la guerra civil estadounidense (1861-1865) permitió a Juárez el apoyo militar de sus aliados del norte.
En abril de ese mismo año, Díaz sitió en Puebla a las últimas fuerzas imperiales y en mayo el emperador Maximiliano fue apresado en Querétaro, juzgado por un tribunal militar y ejecutado junto a sus generales Miguel Miramón y Tomás Mejía. En junio, fue recuperada la Ciudad de México y los republicanos volvieron a tener el control de la nación.
Díaz fue condecorado por Juárez y premiado con una hacienda llamada La Noria, a donde se retiró tras perder las elecciones presidenciales de 1867 contra el propio Juárez. Ese mismo año, contrajo matrimonio con su sobrina, Delfina Ortega de Díaz, con quien tuvo tres hijos que fallecieron al poco tiempo de nacer y otros dos que llegaron a adultos: Porfirio Díaz Ortega y Luz Victoria Díaz Ortega. Tras enviudar, se casó en 1881 con Carmen Romero Rubio, con quien no tuvo hijos.
La Revolución de La Noria
En 1871, hubo nuevamente elecciones presidenciales y Juárez derrotó por segunda vez a Díaz. Esta vez, la victoria de Juárez tuvo un margen más estrecho, y Díaz junto al tercer candidato, Sebastían Lerdo de Tejada (1823-1889), decidieron impugnar la elección. Díaz buscó apoyo entre los hacendados y militares de Oaxaca y anunció el 8 de noviembre su Plan de La Noria, un llamado a rebelarse militarmente contra Juárez. Al alzamiento bajo el liderazgo de Díaz se lo conoció como la Revolución de La Noria.
La sublevación no tuvo éxito. Los insurgentes no lograron tomar la capital y el propio hermano de Díaz fue ejecutado a comienzos de 1872. Sin embargo, en julio de ese año, Benito Juárez falleció de causas naturales en el Palacio Nacional, en la Ciudad de México, y esta situación dejó a Lerdo de Tejada como presidente interino, pues en ese entonces ocupaba el cargo de presidente de la Corte Suprema de Justicia y le correspondía la sucesión.
La Revolución de La Noria perdió entonces su sentido y, en octubre, Lerdo de Tejada ganó las elecciones que lo proclamaron presidente constitucional. Díaz se sumergió en una crisis económica que le costó su hacienda y lo obligó a mudarse a Veracruz. Allí se postuló y fue elegido como diputado federal en 1874.
La Revolución de Tuxtepec
En 1876, tuvieron lugar nuevas elecciones a la presidencia de México y el entonces presidente, Sebastián Lerdo de Tejada, anunció su deseo de presentarse a la reelección. Díaz también anunció su candidatura, pero además emprendió, junto a sus seguidores, una serie de protestas contra el actual presidente y su deseo de reelegirse. Estas fueron reprimidas por el gobierno y causaron más malestar.
Entonces, Díaz se alzó en armas y comenzó la Revolución de Tuxtepec. Esta contó con el respaldo de muchos militares y civiles, que veían con malos ojos al gobierno de Lerdo. Bajo la promesa de respetar la Constitución de 1857 y el lema de “Sufragio efectivo, no reelección”, la revolución se extendió desde el norte hasta Oaxaca.
Inicialmente, tuvo numerosos reveses, dado que el ejército se mantenía fiel a Lerdo, pero nuevas fuerzas reclutadas por Díaz le permitieron derrotar a Lerdo en la Batalla de Tecoac, y este se vio obligado a renunciar y a huir al extranjero.
En noviembre de 1876, Díaz entró triunfal a la Ciudad de México y fue reconocido como presidente interino de la república. En 1877, convocó a elecciones extraordinarias que lo dieron ganador y pudo comenzar su primer mandato como presidente constitucional. De este modo, comenzó el Porfiriato.
El Porfiriato
Se conoce como Porfiriato el largo período histórico en que México estuvo sometido a los designios de Porfirio Díaz. Este lapso duró desde 1876 hasta 1911, en los que Díaz ocupó la presidencia, con una breve interrupción entre 1880 y 1884. En ese breve período, se desempeñó como presidente Manuel González Flores (1880-1884), aunque este también gobernó bajo el control indirecto de Díaz.
El Porfiriato se suele dividir en dos etapas: la primera etapa (1876-1884) correspondió al primer período de gobierno de Díaz y la presidencia de González Flores; la segunda etapa (1884-1911) correspondió a las sucesivas reelecciones de Díaz, que le permitieron gobernar durante veintisiete años consecutivos, hasta que estalló la Revolución mexicana.
Primera etapa
La primera etapa abarca desde 1876 hasta 1884, y comprende la presidencia interina de Díaz tras el triunfo de la Revolución de Tuxtepec (1876), su primer mandato constitucional tras las elecciones extraordinarias de 1877 y el cuatrienio de Manuel González Flores, durante el cual Díaz ejerció un control indirecto. En esta etapa, el gobierno de Díaz se centró en el orden y la pacificación del país, para lo cual solicitó poderes extraordinarios al Congreso y acudió a la represión, especialmente contra los insurgentes lerdistas que se sublevaron en 1879.
También se centró en las gestiones necesarias para ganarse la amistad de Estados Unidos y de algunas potencias europeas, países con los que no tenía la mejor de las relaciones tras los conflictos de las décadas pasadas. Entre dichas maniobras, estuvo el acuerdo de pago de la deuda externa, que fue abonando en pequeñas cantidades durante un plazo de quince años, lo que le permitiría acceder a créditos e inversiones.
Por otro lado, el gobierno de Manuel González Flores abrazó los ideales positivistas de Díaz, centrados en la idea de orden y progreso, e invirtió en la expansión de la red ferroviaria, creó una red telegráfica y fundó dos bancos (que en 1884 se fusionaron en el Banco Nacional de México o Banamex). Sin embargo, en 1881, estalló la crisis económica y González Flores, que además fue acusado de corrupción, estuvo a punto de ser derrocado, de no ser por las intervenciones de Díaz, quien en ese entonces ocupaba los cargos de secretario de Fomento y, luego, gobernador de Oaxaca.
Segunda etapa
La segunda etapa abarca desde 1884, tras la conclusión del mandato de González Flores, hasta 1911, fecha en que la Revolución mexicana forzó la renuncia de Díaz. Se trata de veintisiete años ininterrumpidos de mandato presidencial de Díaz, que se iniciaron con su elección en 1884, tras una campaña fuertemente apoyada por los sectores eclesiásticos y empresariales, y continuaron con sucesivas reelecciones.
Su presidencia estuvo inclinada hacia la estabilidad y la pacificación del país, para lo cual incorporó a su gabinete a políticos de los bandos lerdista y conservador, además de antiguos compañeros de la Revolución de Tuxtepec. También orientó su gobierno hacia la modernización y contó con un grupo de intelectuales, llamados “los científicos”, que lo asesoraron en materia de arte, ciencia y educación.
Sin embargo, Díaz no tenía intención de abandonar el poder y, en 1887, modificó la Constitución para permitir la reelección inmediata e indefinida, mientras ejercía un férreo control sobre la prensa y una severa represión de la insurgencia y la oposición mediante el uso del ejército, incluido el fusilamiento de campesinos e indígenas.
Se trató de un período de “paz forzada”, en el que la estabilidad política, el fomento de la inversión extranjera, la modernización cultural y administrativa, y el crecimiento de la economía se basaron en la represión política, la reelección indefinida y la censura de la prensa.
Por otro lado, Díaz se reconcilió con la Iglesia católica, que mantenía relaciones tensas con los liberales mexicanos, pagó la deuda con Inglaterra y favoreció el latifundismo, que permitió crear nuevas haciendas privadas en detrimento de la clase campesina y le ganó el apoyo de los grandes hacendados.
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Crisis y derrocamiento de Porfirio Díaz
El Porfiriato llegó a su fin en medio de una crisis económica producida por el derrumbe de los precios de la plata, uno de los principales productos de exportación mexicanos. La moneda se devaluó y se produjo el pánico financiero, a lo que se sumó el encarecimiento de las importaciones, el aumento del desempleo y una sequía que mermó la producción agrícola y empeoró las precarias condiciones de trabajo de la clase obrera y la situación de los campesinos sin tierras.
Así, el sentimiento antiporfirista creció y gestó numerosas huelgas, alimentadas por el desgaste popular luego de las sucesivas reelecciones de Díaz, en las que hubo sospechas de irregularidad electoral. A partir de 1900, las voces en su contra comenzaron a crecer.
En 1908, Díaz declaró a un periódico extranjero que estaba preparado para dejar el cargo a otro candidato en las próximas elecciones de 1910. Sin embargo, a último momento decidió volver a presentarse.
Esta noticia provocó la reacción del antirreeleccionismo, que fue encabezado por Francisco I. Madero (1873-1913). Este se presentó como candidato a las elecciones de 1910, pero fue encarcelado. Aunque luego fue liberado, Díaz se proclamó vencedor en las elecciones y Madero huyó a Texas, Estados Unidos, desde donde planificó una sublevación contra Díaz. Esta sublevación alentó múltiples insurrecciones que significaron el comienzo de la Revolución mexicana y el fin del Porfiriato.
Exilio y fallecimiento de Porfirio Díaz
Forzado a renunciar a su cargo en mayo de 1911, Porfirio Díaz abandonó México en un barco dirigido a París, Francia, en donde vivió el resto de su vida. Falleció el 2 de julio de 1915, a los 84 años, y su cuerpo fue sepultado en la iglesia de Saint Honoré d’Eylau, y luego trasladado al cementerio de Montparnasse.
Desde 1989, ha habido diferentes iniciativas de repatriación de sus restos, pero hasta ahora no ha habido un consenso al respecto.
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Referencias
- Garner, P. (2015). Porfirio Díaz. Entre el mito y la historia. Crítica.
- Serrano Álvarez, P. (2012). Porfirio Díaz y el Porfiriato. Cronología (1830-1915). Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México. https://inehrm.gob.mx
- Tenorio Trillo, M. y Gómez Galvarriato, A. (2006). El Porfiriato. Fondo de Cultura Económica.
- The Editors of Encyclopaedia Britannica. (2025). Porfirio Díaz. Encyclopedia Britannica. https://www.britannica.com
- Uribe Rosales, V. (s. f.). Porfirio Díaz Mori. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo. https://www.uaeh.edu.mx
- Von Wobeser, G. (Coord.). (2014). Historia de México. Fondo de Cultura Económica.
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